martes, 24 de marzo de 2009

Por qué no se calla la Iglesia


En Sevilla, la asamblea de Cofradías ha decidido finalmente que sus miembros no llevarán lazos blancos en señal de protesta del rechazo al aborto. La noticia ha tranquilizado enormemente al ayuntamiento gobernado por PSOE e Izquierda Unida, una atípica coalición para un enclave tan clasista como la capital del Guadalquivir.

Llama la atención la forma en que parte de la opinión pública se ha manifestado en contra de que la Iglesia se manifieste, valga la redundancia, en defensa de sus valores. Sus “macromisas” y otras quedadas con gran respaldo de iniciativa episcopal no están bien vistas porque parece que, en apenas unos años, el clero ha pasado de ser un aliado del Régimen Franquista a ser un grupo social sin derecho a voz ni voto. Muchos colectivos o personas se han manifestado en su contexto contra causas que, sólo aparentemente, les eran ajenas. Así, el “No a la Guerra de Irak” monopolizó las palabras de los actores españoles durante toda una entrega de premios Goya en 2003. Otro conflicto bélico, el que enfrenta a árabes e israelíes, se coló en el fútbol recientemente cuando el jugador francomalí Kanouté decidió celebrar un gol con una camiseta que pedía la paz para Palestina. Se podría pensar que las comparaciones no son justas, ya que en una guerra mueren y resultan heridas miles de personas, pero ¿acaso no es el aborto una limitación al derecho a la vida, sin entrar en debate sobre su mayor o menor grado?

Por si fuera poco, la actualidad hace que sea incomprensible que no se respete el derecho a manifestarse de cualquier colectivo. Hasta los jueces, responsables de uno de los tres poderes del Estado y, a priori, ajenos a toda reivindicación que paralice sus servicios, se han puesto en huelga pidiendo Justicia para ellos, que la imparten. Policía y Guardia Civil siguen un camino similar de protesta, que se une a la proclama de todos los desheredados por la situación económica. Quizá esa masificación de sectores que piden en las calles lo que se les debe está desconcertando a los poderes públicos, que no tienen la capacidad de dar réplica en tantos frentes abiertos, por lo que tratan de cebarse con los más débiles, con los que sólo pueden responder con palabras. Sólo así se entienden declaraciones como las de Bibiana Aido, que pidió a la Iglesia que no mezclase religión y política. La política puede mezclarse con todo por la simple razón de que afecta a todos.

Todo esto llama especialmente la atención cuando es Izquierda Unida la formación que manda. Defensores de algo parecido al ateísmo en la mayoría de las ciudades en las que tienen presencia política, todo cambia en Córdoba, donde ostentan la alcaldía, y en Sevilla, donde son el único sustento del gobierno del PSOE. La Semana Santa y todo acto eclesiástico es, nunca mejor dicho, sagrado para ellos. Su actitud en estos dos lugares de Andalucía demuestra que cada partido modifica sus principios según le parezca con el único objetivo de estar en el poder.

En el ayuntamiento hispalense casi veían como un boicot a la fiesta de la Pasión la colocación del lazo blanco en las túnicas nazarenas o en los estandartes. Quizás pensaban que así se desvirtuaría una fiesta cuyo verdadero sentido ya está de por sí puesto en entredicho. Si la Iglesia tuviera un buen director de comunicación, habría sabido aprovechar su celebración más mediática para recordar a muchos que sólo quiere saber de la muerte si ésta se produce en la cruz de Cristo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

siento no estar de acuerdo contigo...

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