martes, 2 de junio de 2009

Betis 1 – Valladolid 1: Crónica del ‘segundazo’ ( I )

Las colas para entrar en el Ruíz de Lopera eran más largas de lo habitual. Había ambiente de derbi: 50.000 personas cantaban el himno del Betis cuando los equipos saltaban al campo. En la zona visitante, cerca de 1.000 aficionados vallisoletanos intentaban llamar la atención, pero pasaban desapercibidos entre el verde que inundaba el resto del estadio. En uno de los cánticos, la afición se lo recordó por enésima vez al equipo: “no me falles Real Betis, yo nunca te he fallado”. Pero volvieron a hacerlo.

Como en el anterior partido en casa ante el Almería, los verdiblancos salieron a por todas, gastando muchos cartuchos en los primeros minutos. El rival de aquella ocasión estaba adiestrado, ya había hecho sus deberes de la temporada, por lo que fue fácil de superar. Pero el Valladolid no había venido a Sevilla para dejar hacer. El empate le valía y tenía muy claro que, aunque su ataque fuera prácticamente nulo, el Betis iba a sudar sangre para ponerse por delante. Así fue. Las carreras de Mark González y sus centros no encontraron a ningún compañero que pudiera seguirle. Oliveira y Sergio García llegaron algo forzados a sendos uno contra uno en los que Asenjo demostró sus reflejos. Los de Nogués empujaban con mucho corazón, pero con la impresión de que dependían de un fallo del rival para taladrar con claridad su defensa. Entonces pasó lo peor que podía pasar en La Palmera. Porque en otros estadios de España, después pasaron cosas peores para el Betis.

Al final de la primera parte, Víctor, un extremeño que sigue incordiando a quienes lo defienden a sus 35 años, dejó en evidencia a Rivas y Juanito con un amago de disparo y le cedió el balón al jugador que había sustituido a Pedro León, Aguirre, que batió a Ricardo por raso, por su palo derecho. La grada enmudeció unos segundos antes de empezar a cantar de nuevo, aunque ya nada sonaba igual que al principio. Se fueron al descanso sin más cambios.
Si el gol del Valladolid fue de los denominados “psicológicos”, el empate del Betis no lo fue menos. Antes de que los pucelanos se cerraran a cal y canto, según era de esperar en la segunda parte por la ventaja inicial en el marcador, Oliveira culminó en la red la última jugada de desborde de Edú, que, bien sea por su lucha, su edad o por sus lesiones, estaba fundido al inicio de la segunda parte. En ese momento se consumió el último hilo de esperanza de la tarde. Minutos después, todos los resultados se pusieron en contra y todos los béticos entendieron que, o se ganaba el partido, o se descendía. Y así fue.

Los cambios mosquearon a la grada. El esperado Emaná sustituyó a uno de los más activos, Sergio García. El camerunés no pudo reconciliarse con su público en el que puede ser su último partido de verde y blanco. Poco después, Capi, el organizador del día, dejó el campo por Pavone, que ha pasado desapercibido toda la temporada. Por último, cinco minutos antes del final, Mark González, un velocista agotado, cedió su lugar a Juanma, que protagonizó dos jugadas que demostraron que el Betis necesitaba su frescura mucho antes.

Oliveira disparó al palo. Un remate de cabeza de Juanito lo sacó el veterano jugador visitante Marcos justo encima de la línea de gol. Y, para colmo, un gran cabezazo de Oliveira lo atrapó Asenjo en uno de sus acertados vuelos. El brasileño no se lo creía, y se lo hizo saber al portero. En ese momento no sonó el pitido final, pero los jugadores se dieron cuenta de que el descenso bético se había consumado. La suerte había que buscarla pero ya nadie tenía fuerzas ni cabeza para hacerlo. Ni la afición para empujar. El descenso fue ineludible.

0 comentarios:

Publicar un comentario