miércoles, 29 de julio de 2009
Periodismo: esto es lo que hay
viernes, 24 de julio de 2009
El Brujo
Conocí a Rafael Álvarez ‘El Brujo’ gracias a Pilar Bellido. Los elogios de mi profesora hacia uno de sus actores preferidos no pasaron inadvertidos para mí. Recuerdo aquel vídeo de La taberna fantástica, del abertzale Sastre, en la que El Brujo interpretaba con maestría a un borracho desgraciado. Dos años después, he podido verle sobre las tablas y esta es mi particular, breve y humilde crítica de la obra representada.
El evangelio de San Juan – Teatro Romano de Mérida, 19 de julio de 2009
Se abre el telón. Humo en el escenario. Banda sonora de música gospel. Ambiente tenebroso, de liturgia negra. Y, de repente, un saltimbanqui de melena color ceniza vestido de bufón del año cero. Es El Brujo. Habla de un Evangelio, el de Juan, la mano derecha de Jesucristo. Pero también habla de Gallardón, de Ágata Ruiz de
El público, acostumbrado a trágicos textos griegas, sonríe. Interrumpe la función con risas o aplausos. Y El Brujo lo agradece. Se relaciona con la audiencia, saca al pueblo a escena. Pasa dos horas sobre el escenario él solo, pero no aburre. La audiencia se entretiene.
Pero sólo se entretiene. A la representación le falta el éxtasis. Hay muchos momentos cómicos, pero ninguna carcajada. También hay muchos momentos casi místicos, con un lenguaje profundo, pero sin catarsis. La obra se queda en un término medio que puede llevar a la indiferencia: no escandaliza al católico ni deja indiferente al agnóstico. Simplemente les entretiene.
Muchos se preguntan si el Festival de Teatro Clásico que protagoniza los veranos emeritenses debe dar cabida a propuestas como este Evangelio de Rafael Álvarez. La respuesta es sí. Y no porque en el texto sale Pilatos, como han dicho algunos críticos, sino porque el drama clásico necesita ampliar su campo de aceptación para dar cabida a nuevas interpretaciones. Y porque su relato de la época romana entretiene mucho más que el gran parte del repertorio grecolatino, explotado ya hasta la saciedad.
Por el contrario, puede que un teatro romano con capacidad para más de dos mil personas no sea el lugar adecuado para un monólogo humorístico. El Club de la Comedia exige cercanía con el público, un aforo limitado. Exige que todos los espectadores vean los gestos, las muecas del monologuista. Y eso no es posible en Mérida.
El Brujo sigue siendo El Brujo, y tiene más tablas y ambición que nunca. Sólo por eso, El Evangelio de San Juan es una puesta en escena que merece la pena ver. No es una obra maestra, ni algo que no se haya hecho antes, ni una revolución. Pero entretiene.
martes, 21 de julio de 2009
El número tres de la trilogía
jueves, 9 de julio de 2009
Fiestas: la cruda realidad
Tus compañeros ya empiezan a comentar que se van a hartar esa noche, que se van a coger un ciegazo que los dejará por los suelos. Créeles. Los que dicen eso son los que tienen novia y no salen con ella esa noche. Probablemente su hígado y tu estima sobre ellos sean las principales víctimas de la noche. Tu y el resto de tus amigos vais a follar, como cada vez que salís. Si follases cuando quisieras apenas tendrías necesidad de salir con los colegas. Si no me crees mira a tus amigos ennoviados.
En fin, comienza el periplo en pos de la fiesta. Te acercas al Mercadona con tu compañero de botellón. Primer dilema ¿qué bebida compramos? Presupuesto, 20€ para la noche. 10€ se nos irán en la discoteca, y hay que reservar 5€ para el taxi de vuelta. Total, que compramos vodka Knebeb, el que se hace en Jerez –de todos modos nuestro hígado ya se ha hecho a él-. Compramos los vasos y dejamos la compra de hielos para luego puesto que no tenemos sitio en el congelador ¡Error! Siempre hay que comprar el hielo en el Mercadona o donde sea, luego se hará tarde y no encontrarás ningún lugar donde vendan hielo a precio asequible y ese hielo que te costará más que el vodka seguro que tendrá la propiedad de deshacerse más rápido que un leproso en una piscina de ácido.
En fin, sales y ya has encontrado hielo. Te diriges al botellón donde están tus colegas. Tres llamadas de móvil después encuentras el lugar exacto donde están. Allí se sucederá un rato agradable de charlas rememorando viejos momentos y anécdotas salpicados con algún comentario halagador acerca de la gran noche que se está viviendo. No tardarán en aparecer gorrones que te pedirán:
a)un cigarro
b)fuego
c)vasos
d)hielo
e)que le eches un poquito de tu bebida
f)todo lo anterior junto
Pasa el tiempo en el botellón y el alcohol empieza a subírsete a la cabeza. Como ya hay tantos coches con neones y musiquilla a toda leche, llegas a pensarte que ya estás dentro de la discoteca. Las conversaciones degeneran sin rumbo alguno y marcan su ritmo por las risotadas. Es un momento agradable hasta que alguien te pilla medio depre y te cuenta algún problemilla ¡No te preocupes! hay altas posibilidades de que luego ese amigo tuyo sea el que más baile y mejor se lo pase luego en la discoteca.
Se acaba el botellón. El hielo se acabó hace tiempo, pero la gente parece que no se daba cuenta. Se limitaba a coger pequeñas astillas de hielo y a mojarse los dedos en la bolsa para luego dejarlos caer en su cubata y aguarlo –cada uno se lo aliña como puede-. Ahora comienza la partida hacia El Dorado, la tierra de Jauja, el castillo Hoghwarts, la ciudad de Minas Tirith o como quieran llamarlo. Me estoy refiriendo a la discoteca. Puedes haberte maqueado con lo mejor de tu ropero, pero nunca será suficiente para los porteros de las dos primeras discotecas en las que entres –en todo caso puede ocurrir que en la segunda discoteca te dejen entrar pero a tus amigos no, así que como necesitarás a gente con la que hablar y bailar en corro, en el caso extremo de que no ligases, te das la vuelta-. A la tercera va la vencida dicen, pero en realidad es que has bajado el nivel de las discotecas a las que te acercas y aquí si te dejan entrar –previo pago de 10 euracos, todo según lo previsto-.
Entras en la discoteca. Dispuesto a darlo todo. La veda está abierta. Pero… no te engañes, no estás lo suficiente mamado para acercarte a una tía así porque sí ni ninguna se te va a acercar. Probablemente transcurra la noche y solo le hayas dicho cuatro gilipolleces a las que pasaban y éstas te habrán mirado mal, te habrán ignorado o se habrán reído de ti. Pero pongámonos en el suponer de qué te acercas a una. Si no estás bueno las chicas están excesivamente prevenidas hoy en día de los violadores y acosadores, la TV en ese sentido ha sido nuestra enemiga. ¿Cómo acercarse a una chica? Puedes tratar de decirle alguna tontería y ver si le hace gracia y concuerda con sus gustos -¡Ojo! Tus gustos pueden no ser los mismos que los de las mujeres. Si les hablas del fichaje de Cristiano Ronaldo ellas mostrarán interés pero no por las dotes técnicas del jugador. Tampoco les hables así de entrada de tus gustos más frikis (aunque a mí una vez me funciono relatarle a una chica la batalla de Sam contra Ella Laraña en las cavernas de Mordor; pero a ella le encantaba El Señor de los Anillos, de hecho, su perro se llamaba Elrond)-. Si esto no funciona, siempre puedes tratar de echar una ojeada y evaluar el nivel de borrachera y calidad corpórea de las féminas de la discoteca y acercarte a la que presentarte a la que esté mejor y más cocida. Pero ¡cuidado! Siempre llevan amigas guardianas que evitarán que te acerques a ellas. Al final lo más sencillo será buscarte una guiri por tres razones: lo que le digas le hará gracia (no te entienden), estará borracha y dispuesta (su meta en este país es emborracharse y chingar lo máximo posible) y no tendrá amigas guardianas (la meta de TODAS es emborracharse y chingar lo máximo posible).
La noche acaba. Te das cuenta de que tu amigo no está. Te piensas que ha triunfado, al contrario que tu. Pero cuando sales te lo encuentras tirado en la puerta de la discoteca porque le echaron por borracho (su objetivo lo ha cumplido) y encima se ha gastado sus últimos 5€ en un puñetero bocadillo. Total, que ahí te ves tú: consciente, lejos de casa, con un amigo que no puede entrar en un taxi y sin dinero para uno. Te planteas abandonarlo, pero al final te quedas con él porque es tu colega. Así de sencillo. Vuelves como puedes tras hacer una pequeña colecta, mojarle la cabeza y pillar un taxi o tras una dura caminata.
Al día siguiente la cosa sigue. Te levantas con RESACA. Te preguntas por qué, si tampoco has bebido tanto. Yo te diré por qué. Por el PUTO VODKA DE 5€. Las sensaciones respecto a la noche anterior son encontradas. Una fiesta más sin follar, has gastado dinero, has cargado con tu amigo… pero ves las fotos y no puedes evitar esbozar una sonrisa. Tiempo después recordarás esa noche como una de las grandes.