sábado, 21 de febrero de 2009

Los menores no deben pisar el patíbulo


Ahora con la implicación de un menor de edad en la trama sobre el asesinato de Marta del Castillo vuelve a la primera plana de la actualidad el debate sobre el endurecimiento de la ley del menor. Pero lo que hay que endurecer es la ley en general porque no sólo los menores implicados en crímenes son los únicos que salen a los dos días de haber cometido un delito atroz. La justicia es lenta, débil, e ineficaz en gran parte por el colapso al que está sometida debida a la acumulación de demandas –cada vez se denuncia más y cada vez hay más denuncias absurdas-, la falta de informatización del sistema judicial y la escasez de jueces y administrativos con respecto al volumen de casos que se encuentran acumulados.

Pero volvamos a la ley del menor. Lo primero que hay que comprender es que un menor no debe de ir directamente a la cárcel, es muy duro y consideraría un fallo por parte de la sociedad que ha alguien que aún no tiene la mayoría de edad se le condene a pudrirse directamente en la calle sin que se haya hecho nada por reformarlo. Lógicamente hay casos y casos. Si mediante testes psicológicos, psiquiátricos o lo que sea se determina que el menor tiene la madurez suficiente como para responsabilizarse del crimen cometido por su frialdad y pleno control de sus capacidades mentales pues que caiga sobre él todo el peso de la justicia. Pero todo el mundo merece una segunda oportunidad, todo el mundo merece reformarse y ser capaz de iniciar una nueva vida tras haber cometido un crimen. En el reformatorio se deben llevar las medidas oportunas de control para asegurarse que aquel hecho no volverá a repetirse, incluyendo un seguimiento posterior de su conducta en libertad. Dónde falla la ley del menor es en los pequeños delitos que quedan impunes en su mayoría y en los que pienso que debería de haber un mayor seguimiento de esos menores puesto que hay cientos de casos en los que el menor que ha sido metido en el reformatorio por agresiones o hurtos ha vuelto a reincidir, mientras que en España aún no se ha dado ningún caso de alguien que haya salido del reformatorio tras haber cometido un asesinato u homicidio y que hubiese cometido algún tipo de delito desde su reinserción social.

La cuestión es que no se debe demandar a la ligera un endurecimiento de la ley del menor. Debe exigirse una mayor efectividad de la misma por la que cualquiera que acumule cierto número de faltas deba pasar una temporadita en un reformatorio y por la que aquellos que hayan cometido algún crimen más grave deban cumplir una temporada de reformatorio junto a otra de cárcel en base a la persona y al acto cometido, no al simple hecho de que sea menor.

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